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El pajazo mental de las 12 toneladas




Argumentos en contra de la prohibición de las drogas hay muchos. Pero hay uno que brilla por su evidencia, por sus datos: El argumento de la efectividad de la ley y la política pública.

Para entender esto, hay que ponernos ladrilludos. Las leyes son acuerdos entre personas que buscan, ante todo, generar un orden para gozar más efectivamente nuestra libertad. Leyes como las que constituyen la prohibición terminan, a la luz de toda evidencia, generando más costos y desorden que los que decían inicialmente combatir o reducir. En otras palabras, la ley se hizo para evitar que la gente consumiera drogitas mágicas que redujeran su capacidad de “camellar”, producir y vivir como un ciudadano de bien en familia y comunidad. Pero nunca han logrado esto, y solo han aumentado los muertos y las victimas en su lucha sin cuartel contra los traquetos, lavaperros y campesinos.

Es por esta razón que me causó curiosidad la noticia que el presidente Santos celebró la incautación de 12 toneladas de cocaína (el famoso perico). El presi prácticamente bailó encima de las “panelas” mientras anunciaba que esta era la incautación más grande de la historia (obviando, al mejor estilo de la Cabal, eventos históricos como Tranquilandia).

Así, sin contexto, doce toneladas del oro blanco andino, parece el resultado necesario para que se cumpliera la meta del año. Toda una muestra que la batalla se está ganando, ¿cierto? Pues no! Y, para no alargar esto innecesariamente, señalo tres hechos que demuestran lo inefectiva que es una norma y una política basada en las salidas coercitivas (a la fuerza, a los golpes).

I

Comencemos por las matemáticas. Según la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU, Colombia tuvo en el 2016 un poco menos de 150.000 hectáreas de coca (eso es mucha coca hasta para nosotros), siguiendo con un crecimiento que viene desde el 2012 como se ve en el siguiente gráfico.


Fuente: Realización propia a partir de los datos de la UNODC (2017) La coca puede ser cosechada tres y hasta cuatro veces al año (con el mejor de los rendimientos), y cada hectárea de coca puede producir, según Sergio Uribe, la bobadita de 2.550 kilos de hoja de coca en un año. Como estamos ladrilludos, en el mundo de la coca no se calcula la venta de las hojas por kilos sino por arrobas, siendo 1 arroba = 12.5 kilos. Por cada arroba, se pueden producir entre 16 y 22 gramos de cocaína, por lo que usaremos la media de 19 para facilitar la vaina.

Entonces hagamos la cuenta: 2250 kilos/hectárea x 147000 hectáreas = 374850000 kilos de hoja de coca (unas 374850 toneladas). Luego, 374850000 kilos de hoja ÷ 12.5 arroba/kilos = 29988000 arrobas de hoja de coca. Si multiplicamos este valor por 19 gramos/arroba y convertimos la medida, tenemos entonces 569,77 toneladas de perico. Ni siquiera Carlos Lehder soñó con tanta droga cuando secuestró a Ringo Starr.

Siguiendo la lógica, qué son 12 toneladas de cocaína cuando, en un año, se pueden producir potencialmente más de 20 veces esa cantidad? No me malinterpreten: El esfuerzo es evidente, pero es que si decimos que esa incautación fue el gran golpe del año contra el crimen organizado, entonces ese golpe fue como pegarle un puño a Mayweather.

II

David Boaz, del Instituto Cato, pone la cosa bastante sencilla de entender: los narcos son emprendedores, los motiva la ganancia y entre más se esfuercen por evadir la ley, mayores serán sus utilidades. Mientras tanto, los miembros de la fuerza pública son funcionarios, y su sueldo no va a variar sustancialmente a corto plazo si mañana incautan 200 toneladas de droga. Es más, muchos funcionarios necesitan del problema de la droga para justificar su posición, algunos de manera loable y otros viviendo del cuento. A pesar de esto, tanto el policía como el traqueto ponen en riesgo sus vidas cuando se encuentran.

Volviendo a los números, un kilo de cocaína en las selvas colombianas cuesta aproximadamente 2.000 USD. Cuando ese kilo (posiblemente rebajado en un 30%) llega a USA, este cuesta 27.000, pero si se decide llevarlo, por ejemplo, a Australia o China, entonces estaríamos hablando de 200.000 USD. Esto quiere decir que si el narco “corona” un cargamento, pasará inmediatamente a ser un millo, mientras que si un policía incauta ese mismo cargamento, pues recibirá una palmadita de su superior. Esto, naturalmente lleva a que los narcos innoven y creen submarinos transportadores al mejor estilo del Sillicon Valley criollo, mientras que los Estados siguen y siguen aplicando las mismas estrategias cayendo en el absurdo de soportar sus decisiones en discursos morales (‘’¿alguien quiere pensar en los niños?’)’ y no en los resultados reales.

Y es que la competencia es uno de los motores económicos por excelencia y el gobierno carece de ello. Mientras los criminales están en un ambiente donde la competencia es literalmente letal, y su contraparte puede recurrir a las medidas más ilíticas debido su naturaleza ilegal, los Estados, como el colombiano, pareciesen que su único incentivo es mantener contento a los cooperantes norteamericanos. Esto, tal vez explique por qué la sustitución de cultivos parece fracasar cuando es una de las pocas soluciones que ataca el problema desde sus bases. Se le está dando prioridad al contentillo.

III

Hasta este punto, es evidente que no se ha logrado disuadir a las personas para que dejen de creerse Pablo Escobar o para que, en un intento desesperado por no morir de hambre, dejen de cultivar la mata que mata. Sin embargo, hay un elemento adicional: la impunidad.

Alguien podría decir que los 12 años de cárcel que promete la Ley 30 de 1986 son suficiente para convencer a los colombianos del peligro de volverse “mágicos”. Pero, desde un cálculo racional, es poco probable que una captura termine en largas penas. El mismo fiscal general vargasllerista, ha señalado que el 99% de los crímenes en este país no terminan en una prisión. Ahora bien, si por algún motivo el susodicho involucrado termina preso, posiblemente la cárcel lo termine de formar como criminal en vez de reformarlo como un ciudadano de bien.

Lo más maluco del asunto es que, y así lo ha dicho Rodrigo Uprimny y Dejusticia, los que están terminando encerrados son el eslabón más débil y reemplazable de la cadena: los jíbaros. Muchas son mujeres y otro tanto son jóvenes quienes al ser retirados de la calle, ya tienen una fila lista para ocupar su puesto. Al final y al cabo, plata es plata.

Conclusión

Lo único que pretende hacer este artículo es confrontar un poco esa narrativa triunfalista que justifica la lucha contra las drogas desde las grandes esferas del poder político. Los Santos, los Uribes y los Pastranas se han llenado la boca anunciando las “grandes capturas”, las “monumentales incautaciones” y las “importantes des-articulaciones” como si alguna de estas acciones hubiese cambiado sustancialmente el mercado de las drogas.

Acá acepto que la violencia asociada al narcotráfico ya no tiene las dimensiones terroristas de los ochentas y los noventas, y posiblemente ello esté asociado al fortalecimiento de la fuerza pública. Sin embargo, la droga sigue fluyendo, y así no lo queramos aceptar, su dinero también; mientras que en otras regiones del mundo, como México, los homicidios no cesan.

Es hora de considerar la legalización y la regulación como mecanismos justificados. Ya dimos el primer paso al permitir el uso medicinal de la marihuana, pero falta mucho camino por recorrer. Basta de debatir como si esto fuera una cuestión únicamente moral. Basta de decir que los niños son las grandes víctimas de la legalización cuando en el Putumayo ellos están creciendo rodeados de coca. Basta de sesgar los datos y acomodarlos a los discursos. ¿Acaso queremos seguir atacando el “demonio de la droga” aunque ello implique seguir teniendo los mismos resultados y estancarnos cual mito de Sísifo?


Fuentes:

- https://www.razonpublica.com/index.php/economia-y-sociedad/9298-un-estado-comprador-de-la-hoja-de-coca

- https://www.cato.org/blog/hydra-headed-drug-business?utm_content=bufferb7d94&utm_medium=social&utm_source=twitter.com&utm_campaign=buffer

- http://pacifista.co/cuales-son-las-penas-por-portar-droga-en-colombia/

- https://www.unodc.org/documents/colombia/2017/julio/CENSO_2017_WEB_baja.pdf


@CardonaNL

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